“Si alguien quiere leer este libro como una simple novela policial es cosa suya”. ¿Quién mató a Rosendo?, Rodolfo Walsh, prefacio.
En el prólogo de La Argentina Cónica, Martín Caparrós, reflexiona: “[…] la crónica –muy en particular– es un intento siempre fracasado de atrapar el tiempo en que uno vive”.
Sabemos que crónica viene de tiempo, de contar cronológicamente un hecho, un suceso. Pero no existen recetas para hacerlo correctamente: “coloque en un papel las fechas registradas, si es posible con horarios, luego mezcle con una cantidad necesaria de voces, testimonios, lleve al horno, perdón, a la impresora y usted tendrá en sus manos una excelente cronología: o crónica.” No, nada de eso. Eso que en otros estilos sí existe, una manera de contar. Sobre todo en el periodismo, como por ejemplo, el modelo norteamericano de construir “correctamente” una noticia: las 5 W, la teoría de las cinco W se basa en cinco preguntas a las que cualquier información, especialmente la de carácter noticioso, debe responder para que sea completa y para que cumpla cabalmente con su primer y más grande fin: lograr que las personas se enteren, de la manera más clara y completa, de lo que está sucediendo.
Estas preguntas son: dónde, cuándo, cómo, quién y por qué (where, when, how, who y why; cinco expresiones inglesas que le dan nombre a esta teoría).
En la crónica sólo se trata de relatar lo más fehacientemente posible un acontecimiento. Esteban Schmidt, define a la crónica periodística como: “ir, mirar, volver y contar. Ir con algo de ganas, mirar sin prejuicio, volver cuando uno siente que ya es suficiente y luego contar esa historia como si fuera la única versión del mundo antes del final de todo”. Pero hacer esto lleva tiempo y plata, y eso en la Argentina está devaluado. El mismo Schmidt, dice “ninguna empresa, ninguna cooperativa u ONG, para el tiempo que lleva hacer las cosas bien”
Amar Sánchez, esboza una reflexión acerca de la tensión entre lo real y lo ficticio. Que es lo mismo que la dicotomía entre la ficción y la no ficción. En ambos casos, se trata de una construcción discursiva, a través de relatos, datos, información, interpretaciones. Esta es la síntesis de la crónica. Porque, una vez más, se trata siempre de contar historias, ¿no?
Martín Sivak, a modo de respuesta, “[…] no tengo de la cónica una definición distinta de la de un reportaje: contar una historia”.
La frase de Walsh, se me presenta como un posible resumen de la crónica. Ya que ella puede ser un hecho periodístico, una denuncia o sólo un relato, será cuestión de lo que cada lector quiera o pretenda encontrar.
En el prólogo de La Argentina Cónica, Martín Caparrós, reflexiona: “[…] la crónica –muy en particular– es un intento siempre fracasado de atrapar el tiempo en que uno vive”.
Sabemos que crónica viene de tiempo, de contar cronológicamente un hecho, un suceso. Pero no existen recetas para hacerlo correctamente: “coloque en un papel las fechas registradas, si es posible con horarios, luego mezcle con una cantidad necesaria de voces, testimonios, lleve al horno, perdón, a la impresora y usted tendrá en sus manos una excelente cronología: o crónica.” No, nada de eso. Eso que en otros estilos sí existe, una manera de contar. Sobre todo en el periodismo, como por ejemplo, el modelo norteamericano de construir “correctamente” una noticia: las 5 W, la teoría de las cinco W se basa en cinco preguntas a las que cualquier información, especialmente la de carácter noticioso, debe responder para que sea completa y para que cumpla cabalmente con su primer y más grande fin: lograr que las personas se enteren, de la manera más clara y completa, de lo que está sucediendo.
Estas preguntas son: dónde, cuándo, cómo, quién y por qué (where, when, how, who y why; cinco expresiones inglesas que le dan nombre a esta teoría).
En la crónica sólo se trata de relatar lo más fehacientemente posible un acontecimiento. Esteban Schmidt, define a la crónica periodística como: “ir, mirar, volver y contar. Ir con algo de ganas, mirar sin prejuicio, volver cuando uno siente que ya es suficiente y luego contar esa historia como si fuera la única versión del mundo antes del final de todo”. Pero hacer esto lleva tiempo y plata, y eso en la Argentina está devaluado. El mismo Schmidt, dice “ninguna empresa, ninguna cooperativa u ONG, para el tiempo que lleva hacer las cosas bien”
Amar Sánchez, esboza una reflexión acerca de la tensión entre lo real y lo ficticio. Que es lo mismo que la dicotomía entre la ficción y la no ficción. En ambos casos, se trata de una construcción discursiva, a través de relatos, datos, información, interpretaciones. Esta es la síntesis de la crónica. Porque, una vez más, se trata siempre de contar historias, ¿no?
Martín Sivak, a modo de respuesta, “[…] no tengo de la cónica una definición distinta de la de un reportaje: contar una historia”.
La frase de Walsh, se me presenta como un posible resumen de la crónica. Ya que ella puede ser un hecho periodístico, una denuncia o sólo un relato, será cuestión de lo que cada lector quiera o pretenda encontrar.
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