Hace unos días que se siente denso el ambiente. El ambiente en la calle, el ambiente en los medios de comunicación, y no hay certezas, sólo sospechas.
Se escucha, de lee: “señales de humo”, “ceguera blanca”, “días irritados”. Se habla de una quema masiva de pastizales.
Tengo que hacer cosas en Capital. Prendo la tele y escucho y veo que las rutas están cortadas, después de dos accidentes fatales. Claro, después de dos accidentes, después de cinco muertes. Parece que la historia es clara como el agua, siempre se necesitan muertes para actuar. Pero esto los medios de comunicación no lo dicen, o al menos yo no lo oigo.
Me subo al auto de ahí a la autopista Buenos Aires La Plata. No se ve más allá de cincuenta metros. Me asusta la idea de manejar así hasta llegar, pero no tengo manera de regresar, hasta dentro de unos kilómetros, que para el caso es lo mismo volver que seguir. Voy a 40km/h. Prendo la radio, Pergolini me acompaña mientras enciendo un cigarrillo. Maldita idea. Si el aire estaba denso para espirarlo, ni que hablar para fumarlo. Apagué el cigarrillo.
En la radio escuché que la gente usaba barbijos. Escuché a los productores rurales deshacerse de las responsabilidades de la quema masiva de pastizales. Escucho al gobierno diciendo que esta quema sirve para plantar más soja, ¿hacía falta tanto humo? se pregunta el titular de Página/12 y hago mía la intriga, de verdad ¿hacía falta? Los vientos no ayudan, la lluvia no viene. El nivel de monóxido de carbono en el aires está “soportable” comenta un Ingeniero Agrónomo en Mañanas Informales, y ¿cuándo está insoportable?, me pregunto, porque la sensación de densidad en el aire ya es insoportable.
Entonces el gobierno vuelve a su lucha contra el campo, ya no sólo por las retenciones móviles o inmóviles, y los campesinos, productores rurales, o “malditos oligarcas” como le gusta llamarlos a D`Elía, se defienden, se desresponsabilizan. Y entonces nadie tiene la culpa, o la tenemos todos.
Llego a destino, Palermo. El señor que me ofrece cuidar el auto me dice “ya no se puede ni respirar”, con un gesto que invita a sumarse a su desgracia (nuestra). Lo miro, le sonrío. La verdad es que ni yo sé de qué lado estoy, con quién pelearme, a quién culpar. Porque hasta en esto que pareciera ser provocado por no sé quién, nos pide que nos pongamos de un lado o del otro. En esto que es gris, que está en el aire, que no le pertenece a nadie, también en esto debemos estar posicionados. Ese es el mensaje.
Se viene a mi mente Maquiavelo: divide y reinarás. Tengo mails que dicen que en realidad fue el gobierno el que mandó a incendiar los campos para “echar más leña al trigo”, y veo en los diarios que hay un fulano, con nombre y apellido, responsable de todo esto: pero está prófugo.
Yo pude hacer lo que tenía pensado en Capital, y vuelvo a 40km/h, a mi hogar, invadido por un olor asqueroso. Pienso en abrir para ventilar, y el olor se hace aún más insoportable.
¿Es necesario? De nuevo a mi mente, que resulta pequeña para semejante situación. El humo finalmente se fue, cedió. Todo se “controló” después de que Cristina Kirchner viajara hasta el lugar de los hechos.
Hoy es el humo, ayer las retenciones, mañana Clarín/gobierno. Todo lo indica, o estás de un lado o estás del otro. El humo me parece casi una metáfora para materializar la situación en la que estamos, en la que está el país. El humo se posa como una cortina que divide, que marca, que limita o delimita.
Y vos, ¿de qué lado estás?
Se escucha, de lee: “señales de humo”, “ceguera blanca”, “días irritados”. Se habla de una quema masiva de pastizales.
Tengo que hacer cosas en Capital. Prendo la tele y escucho y veo que las rutas están cortadas, después de dos accidentes fatales. Claro, después de dos accidentes, después de cinco muertes. Parece que la historia es clara como el agua, siempre se necesitan muertes para actuar. Pero esto los medios de comunicación no lo dicen, o al menos yo no lo oigo.
Me subo al auto de ahí a la autopista Buenos Aires La Plata. No se ve más allá de cincuenta metros. Me asusta la idea de manejar así hasta llegar, pero no tengo manera de regresar, hasta dentro de unos kilómetros, que para el caso es lo mismo volver que seguir. Voy a 40km/h. Prendo la radio, Pergolini me acompaña mientras enciendo un cigarrillo. Maldita idea. Si el aire estaba denso para espirarlo, ni que hablar para fumarlo. Apagué el cigarrillo.
En la radio escuché que la gente usaba barbijos. Escuché a los productores rurales deshacerse de las responsabilidades de la quema masiva de pastizales. Escucho al gobierno diciendo que esta quema sirve para plantar más soja, ¿hacía falta tanto humo? se pregunta el titular de Página/12 y hago mía la intriga, de verdad ¿hacía falta? Los vientos no ayudan, la lluvia no viene. El nivel de monóxido de carbono en el aires está “soportable” comenta un Ingeniero Agrónomo en Mañanas Informales, y ¿cuándo está insoportable?, me pregunto, porque la sensación de densidad en el aire ya es insoportable.
Entonces el gobierno vuelve a su lucha contra el campo, ya no sólo por las retenciones móviles o inmóviles, y los campesinos, productores rurales, o “malditos oligarcas” como le gusta llamarlos a D`Elía, se defienden, se desresponsabilizan. Y entonces nadie tiene la culpa, o la tenemos todos.
Llego a destino, Palermo. El señor que me ofrece cuidar el auto me dice “ya no se puede ni respirar”, con un gesto que invita a sumarse a su desgracia (nuestra). Lo miro, le sonrío. La verdad es que ni yo sé de qué lado estoy, con quién pelearme, a quién culpar. Porque hasta en esto que pareciera ser provocado por no sé quién, nos pide que nos pongamos de un lado o del otro. En esto que es gris, que está en el aire, que no le pertenece a nadie, también en esto debemos estar posicionados. Ese es el mensaje.
Se viene a mi mente Maquiavelo: divide y reinarás. Tengo mails que dicen que en realidad fue el gobierno el que mandó a incendiar los campos para “echar más leña al trigo”, y veo en los diarios que hay un fulano, con nombre y apellido, responsable de todo esto: pero está prófugo.
Yo pude hacer lo que tenía pensado en Capital, y vuelvo a 40km/h, a mi hogar, invadido por un olor asqueroso. Pienso en abrir para ventilar, y el olor se hace aún más insoportable.
¿Es necesario? De nuevo a mi mente, que resulta pequeña para semejante situación. El humo finalmente se fue, cedió. Todo se “controló” después de que Cristina Kirchner viajara hasta el lugar de los hechos.
Hoy es el humo, ayer las retenciones, mañana Clarín/gobierno. Todo lo indica, o estás de un lado o estás del otro. El humo me parece casi una metáfora para materializar la situación en la que estamos, en la que está el país. El humo se posa como una cortina que divide, que marca, que limita o delimita.
Y vos, ¿de qué lado estás?
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